martes, enero 25, 2011

Pan casero y delicias regionales

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Finalmente me animé y preparé mi primer pan casero! No fue un pan rústico de corteza dura, sino que quise hacer algo así como un pan de viena (o al menos lo que entendemos por pan de viena por estos lados), que vendría a tener grandes proporciones de manteca y leche, resultando en un pan muy suavecito y rico. El resultado fue espectacular, la mitad del pan desapareció en los primeros 10 minutos luego de haber salido del horno, y la otra mitad fue devorada durante la cena. Con semejante éxito pensé que ahora era una experta en panes: grave error. Al día siguiente quise hacerme la rebelde y me mandé un pan con semillas (de girasol, amapola, sésamo, mostaza, etc) y me salió tristísimo. No levó y quedó crudo! Pero bueno, siempre recordaré con cariño mi primer pan, y tal vez vuelta a prepararlo o mis hermanos no me dejarán vivir en paz.

La receta que utilicé la encontré en un blog delicioso, Todo caserito, pero aparentemente el autor original de la receta es un tal Marcelo Vallejo. La preparé en un día caluroso y húmedo, de los que abundan en Bs. As. en estas semanas, y levó muy bien. Pude estrenar la balanza digital que me regalaron para navidad, y el termómetro para horno que le regalé a Pato pero que está bajo mi cuidado mientras él está de viaje. Estoy fascinada con semejante tecnología! De paso descubrí que mi vasito medidor tenía todas las medidas mal.

Antes de comenzar con la receta voy a molestarlos un poco con algunas fotos del sur, pero más que nada quiero mostrar algunas cosas que me traje, para que sepan qué comprar cuando vayan de viaje! Para empezar, las conservas. Encontré de casualidad mientras buscaba otro lugar una pequeña confitería llamada La Casita de la Oma. Es una casa de té atendida por su dueña que evidentemente tiene una muy buena mano paralas cosas dulces, y aparte de las tortas que se pueden consumir allí mismo vende todo tipo de mermeladas, licores, chutneys y otras cosas hechas por ella. Ante la tentación me dio un ataque, y compré mermelada de grosellas, mermelada de cassis, mostaza con frambuesa y chutney de manzana y curry. Pato trajo un vinagre de frambuesa que tenía muy buena pinta. Todo resultó delicioso, especialmente la mostaza de la cual ya casi no queda nada.



Por otro lado están los ahumados. No quiero ofender a ningún vegetariano, pero la Patagonia está llena de animales deliciosos, y ahumados mejor todavía! De regalo para mi madre traje dos frascos, uno de quesitos ahumados especiados y otro de jabalí ahumado. También comimos muchas picadas allá, la mejor de todas fue en el ahumadero Weiss en Bariloche, nunca olvidaré ese almuerzo.



La picada del ahumadero Weiss, inolvidable.

El resto de las fotos del sur (de paisajes alrededor de San Martín de los Andes) los dejo para después de la receta. Disculpen por las molestias! Las fotos de la receta las puse horizontales porque eran demasiadas para hacer una columna.



Ingredientes:
  • 1 kilo de harina de trigo 0000 sin levadura
  • 15gr de sal
  • 35gr de levadura fresca
  • 600cm3 de leche
  • 110gr de azúcar
  • 20gr de extracto de malta (se puede reemplazar por miel)
  • 85gr de manteca a temperatura ambiente
  • 1 cucharada de fécula de maíz (tipo maizena)



 
Procedimiento:

1. En un bowl amplio disolver la levadura con la mitad de la leche levemente tibia, el azúcar y el extracto de malta. Incorporar una cucharada de la harina y disolver bien, dejar 5 minutos para que la levadura comience a fermentar.  2. Añadir de a poco la harina tamizada con la sal. Mezclar inicialmente con cuchara o tenedor y a medida que espese utilizar las manos.



3. Una vez añadida toda la harina incorporar la manteca blanda y el resto de la leche. Unificar la masa con las manos.  4. Volcar el bollo de masa sobre la mesada enharinada y continuar amasando durante unos 10 minutos hasta que la masa esté perfectamente homogénea.


5. Regresar el bollo al bowl y cubir con una bolsa de plástico, papel film o paño húmedo. Dejarlo levar hasta que duplique su tamaño en un lugar cálido y húmedo, en invierno se puede dejar una hornalla encendida cerca.  6. Una vez que haya duplicado su tamaño retirar del bowl y desgasificar (es decir, aplastarlo con las manos para sacar el gas que haya quedado adentro).


7. Amasar nuevamente hasta formar una masa suave y lisa. Cortar bollitos del tamaño deseado, yo los hice para que quepan en la palma de la mano.  8. Darle a los bollitos forma redondeada y colocar sobre una fuente para horno cubierta con papel manteca.


9. Encender el horno y precalentar a 200ºC, mientras se deja levar los bollitos en la fuente por última vez durante 15 o 20 minutos.  10. Llevar los pancitos al horno tratando de mantener la temperatura del horno entre 180º y 200ºC. Mientras tanto preparar el chuño, que es una mezcla para darle brillo y humedad a los panes: disolver una cucharada de fécula de maíz en dos de agua, añadir agua hasta completar una taza y llevarlo en una cacerola al fuego. Cocinar revolviendo a fuego lento hasta que espese.


11. Cocinar los pancitos durante 7 minutos y sacar del fuego, estarán a 3/4 de su cocción. Pincelarlos con el chuño (la mezcla de fécula y agua) y regresar al horno durante 5 minutos más. El tiempo de horneado puede depender del tamaño de los panes, si decidieron hacerlos más pequeños acorten el tiempo, y si los hicieron más grandes extiéndanlo un poco. 12. Una vez que estén listos (estarán doraditos) retirar del horno, pincelar una vez más con el chuño y dejar enfriar. Calentitos son una delicia, es difícil que sobrevivan mucho más allá de la media hora.



Y por último las fotos:
 
 Vista del Lago Lácar desde la costa de San Martín de los Andes, antes de que llegara la tormenta.
 
El Lago Lácar visto desde un mirador antes de que me atacaran unas cabras.

Lago Huechulafquen en un día de tormenta, el catamarán esperando a partir.

Isla de los chivos en el Lago Huechulafquen, Parque Nacional Lanín.
 
Luna, la perra guardaparques (en serio) luego de guiarnos en una excursión al bosque, pidiéndonos que juguemos a arrojarle un tronco.

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miércoles, enero 12, 2011

Confitería Arrayan

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¡Hola de nuevo! Este lunes he vuelto de mi viaje por la Patagonia argentina. Volver de las vacaciones siempre es un poco triste porque hay que regresar a la ciudad y la vida rutinaria, pero por otro lado también es lindo porque vuelvo llena de anécdotas, fotos, mermeladas y ganas de abrazar a mis dos gatas que contuve por un par de semanas. En ésta que fue mi primera experiencia en el sur argentino (y no fue tan al sur que digamos tampoco) descubrí muchas cosas interesantes, muchos sabores nuevos que me llenaron de inspiración y paisajes que definitivamente debo volver a ver algún día. Para quien no conozca la Argentina, permítanme una pequeña propaganda. Yo no conozco todavía todo mi país, pero a medida que lo recorro lentamente voy descubriendo una enorme cantidad de paisajes variados y hermosos. Espero que todos tengan la oportunidad de recorrer esta zona del mundo, hay mucho por ver.

Para quienes estén un poco desorientados (probablemente muchos ya que del total de personas que leen mi blog menos del 10% son argentinos) les muestro un pequeño mapa:


Visto así puede parecer cerca pero nos llevó 2 días manejando para llegar hasta allá!! A lo largo del viaje saqué en total unas 700 u 800 fotos aproximadamente. No los torturaré con todo eso pero tengo muchas ganas de compartir algunas cosas que viví en estos días. Voy a empezar por la que da título a este post, ya que después de todo se trata de un blog de cocina: la confitería Arrayan. A decir verdad ni Pato ni yo somos muy fanáticos de las cosas dulces, por lo que recorrer confiterías, si bien es una actividad muy popular en el sur, no fue nuestra meta. Esta zona de la Argentina se caracteriza por tener un estilo muy europeo tanto en la estética del lugar como en la gastronomía. Se acostumbra comprar muchos chocolates, muy ricos pero pésima idea en esta época del año (pleno verano digamos), comer cosas pesadas como tortas galesas, tomar café, té o chocolate, etc. Claro que no estaba en nuestros planes hacer eso pero esta confitería se nos presentó por accidente y no pudimos evitarla.

Como es una tradición cuando uno viaja muy lejos para pasar las vacaciones tan ansiadas, llovió a cántaros. Y lo digo viniendo de una ciudad lluviosa! Pasamos nuestra primera semana en San Martín de los Andes, sufrimos un calor agobiante durante los primeros tres días y tormentas tropicales durante los siguientes cuatro. Una tarde decidimos salir igual con el auto a dar una vuelta, aunque más no fuera a ver el hermoso lago Lácar desde la ventanilla del coche, y sin darnos cuenta nos encontramos subiendo por una ruta de ripio hacia un mirador. Al final del camino nos encontramos con esta confitería y ya que llovía y empezaba a refrescar nos pareció buena idea.

No voy a hacer la historia mucho más larga porque puedo resumirlo todo en una sola palabra: delicioso! Pedimos un "té para dos", que además del té incluía tostadas de pan casero con mermelada de frutos del bosque, scons y una porción de torta muy generosa. Nos gustó tanto que esto que no nos interesaba se convirtió en este primer post sobre el sur. Quiero compartir unas fotos que tomé con la modesta cámara de mi celular, ya que como era de esperarse salí pensando que no iba a poder fotografiar nada por la lluvia y dejé la cámara en el hostel. No logro recordar cómo se llamaban los tés que tomamos, eran blends deliciosos, el mío tenía sabor a algún tipo de berries. Pato debe recordarlo pero ahora está de viaje nuevamente así que no le puedo preguntar. Lamento que hayan tenido que leer hasta acá para ver las fotos! Y que esto no tenga nada de asiático, pero a veces está bueno comer otras cosas, no lo creen?

Este es el té que tomó Pato, un blend muy rico del cual no recuerdo el nombre. El mío tenía un color oscuro, no era tan pintoresco como este.

Para preparar el té correctamente nos dieron relojes de arena. El té estaría listo luego de dar dos vueltas al reloj.


Las tostadas de pan casero eran maravillosas. Me dieron ganas de aprender a hacer pan!


Esta era la vista desde la ventana junto a la cual estábamos sentados. El lago que se ve de fondo es el lago Lácar, a orillas del cual se encuentra la ciudad de San Martín de los Andes. Pueden apreciarse las nubes de tormenta que nos acompañaron durante varios días.

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